domingo, 23 de septiembre de 2012

Reflexiones de domingo por la tarde. A propósito de la polémica por la exposición Resistencia Doméstica.



Domingo por la tarde, esperando los fuegos artificiales que dan fin a las fiestas de Azuqueca 2012. Unas fiestas que para mi han sido extrañas. Y empezaron bien. Empezaron con ganas e ilusión, porque en el programa de fiestas estaba mi nombre. Mi exposición “Resistencia Doméstica. Estrategias contra la crisis” se inauguraba el sábado 15 de este mes de septiembre.
En un principio pensaba hacerla en otro lugar, moverme por Madrid, buscar un espacio…pero se dio la coyuntura de hacerlo en la Casa de la Cultura de mi pueblo. Ellos buscaban a un artista local con el que llenar el espacio vacío de septiembre, y yo buscaba espacio para una muestra que llevaba maquinando varios meses.
Al día siguiente de inaugurar Resistencia Doméstica, ya me informaron de que no había sentado bien, 3 días después de inaugurarla, el Partido Popular de Azuqueca denunciaba ante la Guardia Civil a la Concejalía de Cultura por permitir esa exposición, que para ellos suponía un ataque a sus siglas constitutivo de delito.
Soy un firme defensor de aquellos que intentan aportar algo a su sociedad a través de la cultura. Sobre todo de aquellos que lo hacen por el hecho mismo de aportar, sin preocuparles lo que van a ganar con ello, o sabiendo incluso que no van a ganar nada con ello. Las más de las veces uno no gana nada, o gana tan poco que no compensa, pero se hace igual, porque existe la necesidad de darse a sí mismo, y a los demás, de continuar aportando, aunque a nadie le importe lo que quieras aportar. En esa situación llevo desde que participé por primera vez en una exposición, con 18 años, hace ahora 10.
Y en los últimos 2 años vengo notando una sensación extraña. Me hago preguntas como: ¿En qué me repercute lo que hago? ¿Le importa a alguien lo que hago? ¿Tiene sentido hacer lo que hago cuando no saco nada de ello, y la gente es indiferente a la cultura? ¿Qué es “lo que hago”?
Debo dar las gracias por esta situación que se ha generado ahora, porque algunas de esas preguntas se han disipado y tengo más fuerza que antes para continuar con mi labor, que no tendrá sentido para muchos, pero tiene sentido para mi, una vez más.
Pasé unos días desagradables, y aún leo comentarios dañinos. La situación inicial generó otras, propias de una película de Berlanga, los acontecimientos se sucedían, cada uno más increíble que el anterior. Pero he conocido gente que ha entendido que la cultura puede aportar mucho a una sociedad, y lo ha valorado como algo positivo, dirigiéndome además palabras de ánimo que agradezco y que me han servido de recompensa.
Decía antes que uno se dedica a esto las más de las veces, como se suele decir “por amor al arte”, aunque no me guste esa expresión. Llevo también otra iniciativa cultural en Azuqueca, el EACEC (Espacio de Arte Contemporáneo El Contenedor). Para el que no lo conozca, es un contenedor de basuras al que invitamos a artistas a que hagan una intervención, siempre respetuosa con el contenedor, que tampoco está la situación para destrozar nada. Esto lo hago, junto con varias compañeras, gastando mi tiempo, y a veces mi dinero. Creo en ello y me gusta hacerlo, y además me gusta hacerlo aquí. El Contenedor ha sido seleccionado en varias convocatorias como iniciativa cultural emergente, y eso también lleva el nombre de Azuqueca de acá para allá. Además, a través de él, damos a conocer la obra de artistas que pensamos que lo merecen.
Me da pena ver que el conjunto de mi trabajo se vea pagado de esta manera, con una denuncia ante la Guardia Civil y calificando esta última exposición de “propaganda” u “ofensa”.
No lo vi, pero es inevitable y, a la vez triste, recrear en mi mente la imagen de la Guardia Civil entrando en mi exposición y haciendo fotos de las obras que he hecho con mis manos y mis ganas.
Dicen que no tienen nada contra mi, pero denuncian mi exposición, y la califican de propaganda, acusándome de ofender a ideologías y creencias, con lo que eso supone para la imagen que se transmite de mi a los demás. Afortunadamente mucha gente me conoce bien, y muchos otros me han conocido estos días. He explicado, creo que amable y claramente, a quien se me ha acercado de la misma manera.
En ocasiones he sentido que estaba justificándome, cosa que no tenía por qué hacer. Es indignante tener que justificar algo que has hecho, porque los demás estén emitiendo juicios equivocados e interesados.
No voy a justificarme, si no que voy a defender lo que he hecho con naturalidad, como hasta ahora.
Con esa naturalidad y normalidad que supone hacer crítica dentro de una sociedad democrática, puedo decir que no he atacado a ningunas siglas en Resistencia Doméstica. No aparecen siglas en ninguna de las obras. Bueno, miento, aparecen unas siglas, las del SAT, Sindicato Andaluz de Trabajadores, en la cartela de una foto en la que aparecen miembros de este sindicato llenando unos carros. Al estar hablando en mi exposición del consumo doméstico y de productos de necesidad básica, el tema de los carros que el SAT sacó de varios supermercados sin pagar, estaba relacionado, y creí que debía ponerlo en mi exposición para remarcar que estaba hablando de un tema de actualidad. La misma explicación para el caso del tupper de Esperanza Aguirre. En ninguno de los dos casos muestro opinión, solo presento hechos acaecidos recientemente.
Invito al PP a revisitar la sala, porque dicen en entrevistas “dice que es que está tratando la actualidad, pero no ha puesto nada de lo de Gordillo”. Quizá esa foto de la que hablo no la han visto porque no miraron todo con atención.
Otra parte que ha levantado polémica son las “armas arrojadizas”, quise ser irónico con el título. Al poner en una sala de exposiciones una piedra, unos huevos o unos cócteles molotov, no estoy incitando a lanzarlos. Esa es una lectura tan simple como decir que al colocar un urinario de pared en una sala de exposiciones, Duchamp estaba incitando a mear. Precisamente estoy sacando de contexto objetos que se están utilizando en la calle, y los estoy desactivando, convirtiéndolos casi en objetos inofensivos y de decoración, y haciendo que la gente se pregunte a qué se está diciendo NO con esos objetos, si esa es la manera correcta de hacerlo, qué se puede hacer para cambiar esto, si es que se cree que hay que hacer algo, etc. Lo mismo con los pasamontañas de ganchillo de colores. No son violentos, son inofensivos, naïf.
El resto de obras, incluida la pared con las frases “Que se jodan” y “Que coman pasteles” (aviso, por si alguien se ha dado cuenta, que la fecha está mal debido a un error a la hora de hacer el vinilo, la correcta es 1789, no 1798), son contra la clase política y dominante en general, son dos ejemplos de una actitud que podríamos aplicar, no solo a esas dos señoras (Andrea Fabra y María Antonieta) sino a muchos de los que nos gobiernan. Me quedé con ganas incluso de incluir una referencia más explícita a los bancos. En otra ocasión quizás.
Como dije en la inauguración, hablé de lo que me apetecía hablar, esta es mi forma de expresarme (mediante el arte), y estoy en mi derecho de hacerlo.
Y cuidado con los que dicen que no se puede hacer crítica, o no se puede estimular el pensamiento crítico en un espacio público, porque le empujan a uno a la calle, y acabarán intentando regular la calle también. ¿Acaso no dijo Andrea Fabra su famosa frase en la que es “la Casa de todos los españoles”? ¿Acaso no protestan cada semana los trabajadores del hospital de Guadalajara dentro del recinto de un hospital público? ¿Acaso no vemos pancartas de apoyo a la educación en fachadas de colegios, institutos, universidades, etc?
Que no nos quiten el derecho a hablar. Porque si no se puede hablar o pensar en un espacio que se llama Casa de la Cultura, entonces habrá que cambiarle el nombre.
Porque si me dicen que no puedo hacer crítica en un espacio público, entonces no solo me están limitando a mi, sino a todos y todas, porque están intentando limitar lo que se puede o no se puede ver, oír o decir. Y eso solo tiene un nombre. Aquellos que han puesto la denuncia, creen que tienen la potestad de decir lo que se puede o no se puede ver, oír o decir. Y no la tienen. Se lo digo yo, se lo dice la gente, y se lo dirá la justicia, que no está para coartar libertades, sino todo lo contrario.
Mención aparte merece el asunto de la supuesta ofensa a los sentimientos religiosos de las personas. Digo mención aparte porque mi exposición no va sobre la Iglesia, no he pretendido hablar sobre ese tema, y no quiero tratarlo junto al tema principal, que es la crisis. Los cuadros que en la exposición se puedan ver con marcos antiguos, son sacados de la casa de mi abuela, donde estuvieron colgados durante muchos años. A mi, me recuerdan al hogar, a lo doméstico, por eso los incluí, por eso y por no gastar dinero en marcos nuevos. Pegar imágenes de manifestantes sobre las imágenes que había en los marcos, era una forma de introducir la actualidad en la casa de mi abuela, y por extensión, en la de todo ciudadano/a corriente. Me daba igual si la imagen que había en el marco era una virgen, un Cristo, o un paisaje o una foto de Barcelona, que son los otros dos cuadros que están al lado de la Virgen y el Cristo. Era irrelevante, solo jugué con ellos compositivamente, sin darle un sentido más allá del de la introducción de la actualidad en lo cotidiano.
Si acaso pudiera dársele un sentido más allá, sería el de comparar el sufrimiento del Sagrado Corazón de la Virgen o el de Cristo como revolucionario con el sufrimiento de la gente que padece la crisis.
No entiendo que alguien pueda interpretar esas dos imágenes como una alusión negativa a la Iglesia Católica o a las creencias religiosas de nadie, sencillamente porque no lo es. Quizá en un primer momento -sobre todo la imagen de la Virgen, porque el manifestante está expresando dolor-, sean imágenes que puedan producir impresión, pero bastaría dejar pasar esa primera impresión para darse cuenta de que no hay nada ofensivo.
Para los que dicen que haga lo mismo con Mahoma, pues miren, mi abuela no tenía en su casa imágenes de Mahoma o referentes al Islam.
Quizá en este texto me he descubierto demasiado, he hablado una vez más como siento y como pienso. Pero una vez más, me da igual. Cada uno es como es y así se le termina conociendo.
Por cierto, los tapones los dono habitualmente, y los briks los reciclo desde hace mucho. Lo haré al finalizar la exposición. En mi exposición estoy hablando, entre otras cosas,  de prácticas responsables en el hogar, si no reciclase me estaría contradiciendo. Y no tengo por qué decirlo en alto para quedar bien, pero otros han sacado el tema queriendo aparentar.
Como no quiero ser maleducado debo agradecer la campaña publicitaria gratuita. Y debo agradecer más sinceramente el apoyo y la defensa de los otros 2 grupos políticos del ayuntamiento de Azuqueca. Agradezco a Pablo Bellido y a Sandra Yagüe, a Tere, a Rodolfo, a Luis, a Miriam, a Christian… Agradezco a mis amigos y a mis compañeros de profesión y a mi familia. Lo más positivo de esto es que me han dedicado y me dedican muy buenas palabras, tanto gente que me conoce como gente que no, pero apoyan lo que es justo.
Respeto a todo el mundo que piense diferente a mi, pero no dejo que nadie me limite. No dejéis que lo hagan con nadie, el conocimiento es el mejor arma que tenemos. Hablad, hablad mucho, debatid, pensad, aprended. Que no os digan qué podéis pensar o qué no, o dónde podéis pensar y dónde no. Eso sí que son armas, eso sí que es resistencia.
Alberto M. Centenera